martes, febrero 26, 2013

Mientras tanto, en un universo alternativo...


27 de febrero de 2012, Hollywood, Estados Confederados de América, Tierra 2. La productora izquierdista Fox y Apple Pictures se asocian para producir y distribuir conjuntamente un crossover de dos de sus franquicias más populares y prestigiosas, "Rocky" y "Toro Salvaje", que parecían fenecidas después de los relativos fracasos de su cuarta y quinta parte respectivamente. Ambas majors pretenden con este proyecto darle un nuevo impulso a ambos personajes, y no descartan, si el éxito les acompaña, una serie de secuelas de dicho crossover. El film, dirigido por el especialista en cine de acción Theos Angelopoulos, narra el regreso al ring de las viejas glorias del boxeo Jake LaMotta y Rocky Balboa, acuciados por deudas y problemas personales, que deciden cada uno por su lado participar en un torneo de veteranos, el Senior Royal Rumble. La imagen de arriba es la primera fotografía oficial que se filtra del rodaje, con Bobby de Niro y Sylvester Stallone posando con sus respectivos vástagos, Francesco Stallone y Dequan Latifah-De Niro, exitosos productores musicales. Recordemos que el vasto reparto, quizás el mejor reunido en los últimos años, lo completan Dean Stockwell, Mercedes Ruehl, David Hasselhoff, William Katt, Nikka Costa, Michael Dudikoff, Charlene Tilton y el multioscarizado Gary Busey. Estreno el 31 de junio.









P.D.: más quisiera. En nuestra tierra, la noticia real es esta, vía Las horas perdidas

sábado, febrero 23, 2013

Tarantino vs. expectativas


Recuerdo perfectamente la primera vez que supe de Quentin Tarantino. Había agitación entre la cinefilia, en aquellos primeros noventa en los que el cine independiente americano estaba encontrando una voz propia, por la aparición de una opera prima que, decían, reinventaba el género de gangsters como nadie lo había hecho desde... bueno, en realidad desde "Uno de los nuestros", que era sólo de un par de años antes, pero ya me entendéis. "Reservoir dogs", en el desaparecido cine Capsa de Barcelona. Sí, mucha agitación entre la cinefilia, pero ahí estábamos cuatro gatos (y cuando digo cuatro, quiero decir unodostrescuatro. Y el acomodador) (sí, esta historia es de cuando había acomodadores). Se utiliza con demasiada ligereza la expresión "es como un puñetazo en el estómago" para definir las sensaciones que desprenden algunas películas, pero con "Reservoir dogs" estaba más que justificado. Salía uno del cine exhausto, ojiplático perdido, anonadado... y silencioso, sumergido en uno mismo para tratar de asimilar lo que acababa de ver.

El silencio también protagoniza mi siguiente experiencia con Quentin. Su segunda película, "Pulp fiction", acunada ya por los Weinstein, había explotado ya en Cannes, y la expectación era hasta absurda. Misma sala, esta vez acompañado por un amigo y su olvidada novia a la que no le gustó nada la película pero todavía menos le gustaba yo. Colas eternas, cine lleno hasta la bandera, atmósfera cargada; se respiraba una sensación similar, imagino, a la del calentamiento del séptimo partido de una final NBA: sabes que vas a vivir algo grande y QUIERES QUE EMPIECE YA. El silencio que acuchilló la sala cuando las luces se apagaron para dar paso al filme sólo se puede definir como silencio cinéfilo. Salimos de la proyección entusiasmados (no, ella no: ella nos miraba con cara de pasmo cada vez que recordábamos, deshuevados, el chiste del ketchup); personalmente, estaba convencido de que Quentin era Dios, y sólo llevaba dos películas. Su relativo batacazo en los Oscars ante "Forrest Gump" ("FORREST GUMP". Ping-pong, teniente Dan, etc. La prueba definitiva de que no existe Dios) no hacía sino reafirmarme en mis convicciones. Cuanto más le rechazara Hollywood, más le adoraría yo.

Tranquilos, que no voy a seguir con el remembering-cuéntame con el resto de su filmografía, ese no es el plan. Trato de contextualizar lo que viene a continuación; y como soy un zote literato, tengo que escribir "trato de contextualizar lo que viene a continuación" para hacerme entender. Cosa que ya os digo que Enric González no necesitaría, pero a lo que vamos. La tercera película de Quentin fue "Jackie Brown", que a casi todo el mundo le pareció una obra menor, pero que a mí, enfrascado en mi idolatría, me parecía que ese giro estilístico y de tratamiento de personajes, maduro, pausado, era un paso adelante definitivo hacia la grandeza. Grandeza nivel scorsesiano, coppoliano, hitchcockiano. Uséase, GRANDEZA. Años después, Quentin, a quien le gustaba hacerse de rogar, reaparecía con "Kill Bill" 1 y 2. Bien, homenaje al wuxia, el cine de artes marciales y de guerra orientales, Sonny Chiba, referencias only-for-freaks... No era exactamente lo que esperaba, pero las disfruté muchísimo. Las interpretaba como el descanso del guerrero, un divertimento descomunal, un enorme juguete con el que retozar en espera de su próximo largometraje DE VERDAD.

Su siguiente proyecto empezaba a oler a chamusquina: otro divertimento, esta vez el proyecto "Grindhouse" con Robert Rodriguez. La parte de Tarantino, "Death proof", me resultó descorazonadora. Esta vez el homenaje era al blacksplotation y las películas de persecuciones de coches de los setenta, pero el problema no era ese, sino que los acostumbrados efectismos Tarantino, habitualmente un EPIC WIN detrás de otro, ya no funcionaban de la misma manera. Esas conversaciones sobre cualquier aspecto recóndito de la cultura popular, esas escenas de inadvertida tensión in crescendo, esas actitudes cool... Por primera vez sonaban a impostura. No, impostura no. Desgana. El ceño marcbranchesiano comenzaba a fruncirse.

Este Tarantino 2.0 se confirma con sus siguientes dos películas, que para mí forman una unidad en la práctica, porque son de estructura y ambición muy similares. Ambas revisan dos géneros, el bélico y el western, desde dos obras semidesconocidas que sirven más como punto de referencia que como base argumental u origen de remake: "Aquel maldito tren blindado" para "Malditos bastardos", "Django" para "Django desencadenado". Sin entrar en detalles (porque este es ya el quinto párrafo, y no parece que estemos llegando a ningún sitio), son películas condenadamente entretenidas, filmadas con el sentido cinematográfico que sólo Quentin y un par más pueden aportar, con grandes actores excelentemente exprimidos (lo de Jamie Foxx no lo puede arreglar nadie), escenas memorables (el prólogo de "Malditos bastardos"), escenas descacharrantes (el Ku-Klux-Klan, by Tarantino, en "Django")...


fotico para que respiréis la lectura. Que ahora viene la hostia

... pero también, y aquí es donde  finalmente (¡¡¡HOSSANNA!!! ¡¡¡HOSSANNA!! bramaron las hordas de lectores) (bueno, los dos lectores) (mi madre y yo) quería llegar, dos películas sin sentido de la mesura, demasiado extensas (en especial el más reciente: la baja de Sally Menke, Q.E.P.D., se nota muchísimo), y en el fondo tan vacuas e intrascendentes como las motivaciones de sus protagonistas. Desde "Kill Bill", la mayoría de los personajes de Tarantino se mueven con una sola polea: la venganza. Cada vez nos muestran menos pliegues, menos aristas, son menos complejos. Les hacen una putada y se vengan: punto. Ni comparación con los personajes otoñales de "Jackie Brown", ni los de "Pulp fiction" o "Reservoir dogs", que eran muy molones y masculinos pero tenían una historia detrás. Pero así como con Beatrix Kiddo se molesta en hacerla algo más tridimensional, priorizando al final su instinto maternal y, por qué no, el amor que sentía por Bill (¿no es maravillosamente piadosa la manera en que lo mata?), poco a poco Tarantino va dibujando personajes cada vez más infantilizados, unidimensionales. Las aburridísimas niggas-with-an-attitude de "Death proof" no aguantan media charla, y al final sólo las mueve la venganza para patear el culo de Kurt Russell. En "Malditos bastardos", Hans Landa es la hostia, pero sólo le mueve su aparente lealtad a la causa nazi (y cuando la rompe da lugar al giro de guión más estúpido de la carrera tarantiniana); Shoshanna se mueve por exclusivo sentimiento de venganza; y los bastardos, pues ya me diréis. En cuanto a "Django desencadenado", más de lo mismo: Django es pura venganza (again), Calvin Di Caprio Candie es una caricatura muy divertida, y el golpe ganador es el sirviente negro de Calvin interpretado por Sam L. Jackson, todo un hallazgo que podría haber dado mucho juego si la película se lo hubiese tomado en serio. Las motivaciones del doctor Schultz para hacer lo que hace durante la historia, más allá de su empleo de cazarrecompensas, me resultan absolutamente inextricables.

Séptimo párrafo, lo sé, ya chapo. Todo este pastel para venir a decir que en mi desordenada cinefilia Tarantino tenía que ser el siguiente Scorsese, o el siguiente Peckimpah, o el siguiente Walsh, qué sé yo. Trascender el cine. No lo ha hecho. En lugar de eso, nos esta obsequiando con sus versiones customizadas de los diferentes géneros que mamó en el videoclub de las narices: la de artes marciales de Tarantino, la de guerra de Tarantino, la de persecuciones de Tarantino, la del oeste de Tarantino... ¿Cuál será la siguiente? ¿La del espacio de Tarantino? (oh, wait... señores de Disney, JJ Abrams ha firmado ya?). No puede ser, Quentin, tío (marcbranches mirando a cámara, ojo). Filmas como dios. COMO DIOS. Escribes diálogos que suenan a música recitada. Sacas platino de tus actores. Dominas el formato panorámico como nadie. Tienes el buen gusto de no atender a modas, evitas los CGI's de pandereta, respetas a los clásicos. Pero ya te has divertido bastante. Tómatelo en serio de una puñetera vez. Cumple las expectativas que muchos depositamos en ti.


HAZ. CINE. DE. VERDAD.



(Artículo patrocinado por "40 acres & a Mule")

miércoles, febrero 20, 2013

Hall of pufos: Fred Roberts





Ha sido agotador recabar pruebas gráficas de que Fred Roberts, ala-pívot mormón de 2'08 con amplia experiencia en la NBA, jugara en el Barça durante la temporada 1993-1994. El video de arriba, con unos mates y tal, es lo único que comenta Youtube sobre el tema, y San Google sólo ha encontrado una foto. Esta:



Y encima encontrada en la página oficial del Madrid. Manda güevos


Sin embargo, esta foto resume perfectamente el final de su etapa azulgrana: sodomizado por Sabonis. Roberts parecía ser la respuesta a la búsqueda de estrellas que comandaran los diversos proyectos de Aito para conseguir la maldita Copa de Europa, ya que el espíritu coral tradicional de los equipos de Don Alejandro no parecía ser suficiente. Se intentó durante aquellos años con jugadores tan distintos como Kukoc, Chris Morris, Dino Radja, George Muresan o Tom Chambers, fracasando todos ellos por diversas razones: espantadas de última hora, revisiones médicas negativas o la más vulgar falta de pasta. Hasta a Bo Kimble tocaron. Finalmente llegó Fred Roberts, a sus 33 años un jugador de rotación en la NBA con minutos de calidad en aquellos aburridísimos Milwaukee Bucks de Jack Sikma, Frank Bricowski y Dale Ellis. Llegaba al Barça un jugador NBA que YO CONOCÍA, y eso era toda una novedad.


Dicen que le explicó a Aíto el tipo de defensa del pick & roll llamada "blue" que se utilizaba en la NBA, y desde entonces se utiliza en la mayoría de los equipos. Si es así, sin duda es la mayor aportación que realizó al baloncesto europeo. Ojo, sus números blaugrana no son malos: casi 15 puntos y 6 rebotes por partido, aunque eran otros tiempos en los que los extranjeros aportaban bastante más que ahora. Estadísticas, en cualquier caso, que no reflejan la profunda decepción que causó entre los seguidores del equipo, en particular por sus patéticas prestaciones en los momentos calientes de la temporada: la Final Four de Tel Aviv y la final ACB contra el Madrid de Sabonis y Arlauckas. De la semifinal de la Copa de Europa contra el Joventut ha quedado en nuestra memoria la nociva zona que en la segunda parte se empeñó en mantener The Master a pesar del granizo de triples sin oposición que le iban cayendo desde las muñecas de Tomás Jofresa y Jordi Villacampa (dos días después el ídolo fue Corny Thompson). Pero los 7 pírricos puntos de nuestro mormón protagonista ayudaron lo suyo.

La Penya jugó con 7 jugadores. A Pascual le da un patatús

Con la irregularidad por bandera, fruto quizás de su falta de costumbre a un rol de protagonista que nunca había ni rozado en su trayectoria NBA, Roberts llegó a la final ACB contra el Madrid con el respeto de los rivales y la desconfianza del aficionado. Yo, personalmente, le odiaba. Pensaba que un jugador que acababa de promediar 10 sólidos puntos en un buen (aunque narcótico) equipo en-bi-ei, estaba obligado a ser un jugador absolutamente dominante en Europa. Pero claro, "dominante" era el tercer apellido de un tal Arvidas Romas Sabonis. Así que el Real Madrid, que habia fracasado en la máxima competición al no clasificarse para la FF, se subió a las rodilleras de Sabas y nos zurró un incontestable 3-0. Lo único destacable que hizo Fred Roberts fue recibir un mamporro de Cargol sin castigo en el segundo partido que generó cierta polémica arbitral, y ser absolutamente apabullado por Joe Arlauckas.

Ojo-último párrafo: "Roberts rozó el ridículo"

Aquí sí que no hubo zona bananera que sacara al mormón del punto de mira de la horda cabreada blaugrana, y Roberts fue finiquitado poco después. Ni cumplió las expectativas, ni se echó el equipo a la espalda, ni resolvió en los momentos clave, ni nada de nada. Ni siquiera fue el mejor extranjero del equipo: un sorprendente Tony Massenburg, tan limitado como corajudo, le pasó por la derecha con una regularidad impresionante, lo que le valió un contrato con los Clippers y una carrera de jornalero en la NBA más que digna.También Roberts regresó a la liga americana engañando a los Cavaliers, e incluso luego un año en los Lakers (L. A., ese cementerio de elefantes: el Milan de la NBA) pero estaba ya en plena decadencia y su papel no pasó de "toallero nº 3".

Al año siguiente, el Barcelona consiguió fichar por fin a la deseada estrella:



LeRon Ellis.


Sí, ese era el nivel. Me cagüenelcortedeucla.


P.D.: la hemeroteca de Mundo Deportivo es una AUTÉNTICA GOSADA. Justo lo contrario de su línea editorial.

domingo, febrero 17, 2013

Lela y Juan. Gabi. Miquel. Gudayol. Pipo. El Gordo Odena. Joan Dalmau


Hace unos días la Academia de Cine anunció el deceso del actor catalán Joan Dalmau a la edad de 85 años. Aunque apareció en forma de breve en la mayoría de diarios e informativos, me parece que la noticia ha pasado bastante desapercibida. No seré tan hipócrita de declararme seguidor incondicional de su trabajo, entre otras cosas porque la mayoría de su carrera discurrió entre bambalinas y escenarios, y debutó en el cine nada menos que a los 57 tacos en un anecdótico papel ("jardinero", según Imdb) en la adaptación de "Últimas tardes con Teresa" realizada por Gonzalo Herralde en 1984. Su carrera cinematográfica comenzó a despegar en "Secretos del corazón", que en 1997 resultó un considerable éxito de crítica y público, y en el que Dalmau tenía un secundario de peso. Pero su apertura al gran público llegó con "Soldados de Salamina" y su inolvidable, descreído, rugoso, huraño y en el fondo extraordinariamente sentimental Miralles. Fue nominado a los Goya y recibió la cariñosa mención de Eduard Fernández, el ganador, en su discurso de aceptación del premio. A partir de aquí se multiplicó su currículum hasta su retirada después de "Los ojos de Julia" en 2010.

Pero para mí Joan Dalmau siempre será Miralles recordando, con aquella voz de lija a punto de romperse, con una dicción y sentido de la pausa insólita en el mundillo de la interpretación de este país, a aquellos compañeros de batalla, de idea, de fracaso, que cayeron a su lado y a los que su ajada memoria no iba a permitir perecer mientras pudiera recordarles: “Los hermanos Segués; Miquel Cardós; Gabi Baldrich; Pipo Canal; el Gordo Odena; Santi Brugada; Jordi Gudayol. Todos muertos". Una escena que cada vez (CADA JODIDA VEZ) que veo me electrifica el espinazo. Y eso es exclusivamente gracias a Joan Dalmau y el manejo de su arte. Así que Joan, yo tampoco voy a permitir que muera tu recuerdo, ni que sea a través de esta torpe reseña y la ayuda de Youtube. Salud.


jueves, febrero 14, 2013

La felicidad y Patrick Wilson



Si no has visto la película "Young Adult" ni el episodio 2x04 de la serie "Girls", y tienes pensado verlos en algún momento de tu existencia...


SPOILERS 


OJOCUIDAO


DO NOT CROSS


CACA 


HE DICHO QUE SPOILERS, LECHE 


 Hace unos días, debido seguramente a algún tipo de insólita alineación de planetas, apareció, por duplicado y sin pretenderlo, el actor Patrick Wilson en mi deglución diaria de cultura: primero en la película de Jason Reitman "Young Adult", y posteriormente en el capítulo 2x04 de la serie de HBO "Girls". Seguramente esto significará algo realmente malo en alguna religión ancestral africana, pero prefiero no saberlo. Y sin embargo, mi capacidad para la percepción en 4D me permitió observar una relación más allá de la evidente coincidencia actoral...

Definición del procedimiento interpretativo de Patrick Wilson: más soso que una dieta para hipertensos. No es el tipo de actor que se esperaría para dos propuestas de carácter indie como son las de Jason Reitman (y su guionista, la ex-stripper Diablo Cody) y Lena Dunham. Sin embargo, el actor encaja como guante largo a Jessica Rabbit tanto en una como en otra. Tal como ocurre en cierta medida con Robert Pattinson en "Cosmópolis", Patrick Wilson es utilizado no tanto por sus valores interpretativos sino, precisamente, por su falta de ellos. En ambos casos, Wilson es la encarnación de la felicidad. O, mejor dicho, de una imagen icónica, estandarizada, prototípica, de la felicidad. El de "Young Adult" con un perfil típico de poblacho del interior estadounidense profundo: guapete, conservador, responsable, trabajador, inocentón, detallista con su mujer, cariñoso con su hijo recién nacido... sí, es un poco paleto, está idiotizado por la falta de incentivos culturales y lleva pullovers encima de camisas de cuadros que van por dentro del pantalón, pero eso en la pacífica aldea de Mercury, Nevada son puntos a favor.Y, en particular, en la cabeza de ese magnífico personaje de glorioso nombre, Marvis Gary, interpretado por Charlize Theron, que en esta película demuestra, definitivamente, por qué ella es una DIOSA y nosotros no lo somos. Marvis es una urbanita cuasi-cuarentona deprimida que de repente se convence de que el hombre de su vida ha de ser su primer novio (porque las primeras impresiones son las que valen), y vuelve a su pueblo de origen para intentar reconquistar a Patrick Wilson, sin importarle según qué menudencias vitales, como que esté hipercasado, con un hijo recién nacido y aparentemente pleno de satisfacción con su vida. Para Marvis, Patrick Wilson, el típico capitán del equipo de fútbol americano del colegio, ES la felicidad. Y se llevará todo lo que se encuentre por delante para conseguirla.


El Patrick Wilson de "Girls" es diferente, pero tan estereotipado como el de "Young Adult": un médico separado (por favor...) guapete, responsable, simpático, cariñoso, con una casa enorme y limpia ("tu casa parece un decorado de una película de Nancy Meyers"), y un frigorífico enorme y LLENO, el típico cuarentón urbanita de clase media-alta. Hannah (Lena Dunham), la protagonista, va a visitarle para disculparse por utilizar furtivamente su contenedor de basura, y acaban enmarañándose en una maratón 24 horas de sexo, confidencias, sexo, barbacoa, sexo, ping pong nudista, sexo y desayuno con periódico. Y sexo. Hasta que en un momento determinado, Hannah arranca a llorar, ante la atónita mirada de sosoman. ¿Te ocurre algo, he dicho algo inconveniente? (TODOS los hombres hemos pasado por este momento de desconcierto absoluto unas cuantas veces en nuestras vidas) (paréntesis patrocinado por la Asociación Nacional de Feministas) No: Hannah llora de puro estado de shock. Hannah, una hipster convencida, aspirante a literata, indie de manual, devoradora de experiencias vitales extremas... quiere lo mismo que los demás. En el fondo, es tan vulgar como ese resto del mundo al que mira por encima del hombro. Patrick Wilson, su nevera perfecta, su barbacoa perfecta, su trabajo perfecto, sus polvos perfectos, su nómina perfecta, su casa perfecta de película de Nancy Meyers, son también su ideal de felicidad. Ahora que Hannah lo ha experimentado durante unas cuantas horas lo sabe, y llora porque descubre que quizás no es la persona que, a sus 24 añitos, simulaba ser. Patrick Wilson ES la felicidad, y tiene mucho sentido que llore por eso.

Aparte del onanismo mental que me ha llevado a haceros aguantar todas estas chorradas, no he sido capaz de llegar a ninguna conclusión útil. No sé si Patrick Wilson es la felicidad, entre otras cosas porque yo, a diferencia de Hannah o Marvis, no soy capaz de visualizarla, definirla y mucho menos focalizarla en un objetivo, en un paradigma tan concreto. No sé, gente. Quizás la felicidad consista en no darse cuenta de que no eres feliz.

lunes, febrero 11, 2013

One Hit Wonders: Love Missile F1-11


Los domingos (no todos. Los que a mí me rote. Y sí, ya sé que hoy es lunes: soy así de imprevisible. Pero serán los domingos), que son días de poco pensar y mucho reflexionar, si puede ser en un bar y con unas tapas, os los amenizaré con el videoclip de un one hit wonder de los 80/90. Ya sabéis, una de esas canciones pegajosas que transportaron a sus intérpretes a una efímera gloria. La mayoría se llevarán su correspondiente fostión, algunas otras las defenderé a capa y espada (y reconoceré que incluso tengo el disco, lo cual os llevará a preguntaros "pero en qué tienda se compró las orejas el chalao este"), pero lo que es seguro es que todas, todas, os sonarán, especialmente si pasáis de los 30 palos. Y es bastante probable que, si le dais al play ahí arriba, paséis el resto de la jornada dominguera con la canción de turno en el cerebro.

 Empezamos con un tema que en su momento, 1986,  más que un taladro, fue una tuneladora. "Love missile F1-11" fue la presentación en sociedad de Sigue Sigue Sputnik, los que iban a ser el grupo del futuro, la rampa de lanzamiento del la siguiente evolución del rock&roll, la quintaesencia de lo postmoderno: el cyberpunk musical. Un mensaje de humildad asceta con el que su ideólogo Tony James y los pardillos de EMI desplegaron una campaña publicitaria agotadora. Al final, esta fue el único tema que tuvo éxito, y fue más por acumulación que por otra cosa.

Los ochenta. Qué cardados. Y ojo al móvil Alcatel XXXL del de la derecha

La canción es un descerebrado amartillamiento de apenas dos notas y media con una letra muy sutil ("there goes my love rocket red". No, no lo pillo) y que en condiciones normales no serviría ni como música de fondo del Arkanoid. Su estética era una fórmula tal que así: glam + punk + cock-rock + tecnofetish + Limahl encocado. Crestas gigantescas de colores, megacardados, cueros de tonos pasteles, influencias japonesas, hueveras de portero de hockey y actitud, mucha actitud. La actuación en directo en una tele de Japón (of course) que os muestro es una prueba fehaciente. Cuántos gallos habrán pelado para fabricarle la cresta al cantante.


Al segundo disco se separaron. Dos discos más de los que la industria musical necesitaba.

sábado, febrero 09, 2013

Críticas "versión para móvil": Los Miserables


Después de acabar de ver "Los miserables" gracias a mi fuerza de voluntad cinéfila, que me lleva a oscuros lugares que nunca debería haber pisado (yo vi "Batman & Robin" EN EL CINE. No lloréis), en lo primero que pensé fue en iniciar trámites para la obtención de una orden de alejamiento de una cámara de cine contra Tom Hooper. Menudo mostrenco. "Los Miserables" me parece una de las mayores muestras de incompetencia fílimica observadas en los últimos años, teniendo en cuenta el material (en esencia, un casting prácticamente redondo) y el presupuesto (más de 60 millonazos de $) que ha disfrutado. Me sorprende la generosa tibieza crítica con que ha sido recibida, y me hace pensar en el viejo cascarrabias en el que posiblemente me he vuelto. Nunca he sido un  fan de los musicales, lo cual creo que, paradójicamente, me ofrece una ventaja a la hora de analizar este film: apenas conozco el libreto original, y puedo atenerme a los hechos cinematográficos por encima del aspecto meramente musical. Sé que suena a herejía, pero ese es el corazón de este blog: una herejía. Al buen gusto, esencialmente.

Me he prometido no extenderme en mis disquisiciones críticas tal como hacía en La Linterna, para retrasar lo máximo posible el hastío del posteo, así que marcbranches-espabila. Para que no digan, empezaré señalando una de las pocas decisiones acertadas de este proyecto: que los actores canten en directo. Aparte de multiplicar la sensación de verismo, me parece que es una muestra de respeto al género del musical en directo, en el teatro, desde una industria, la cinematográfica, a veces tan displicente con sus primas hermanas. Casi todo lo demás en "Los Miserables" que no pertenezca al original o al buen hacer de sus intérpretes es un despropósito. Por decirlo en formato télex: es una película de 60 millones de dólares en la que el diseño de producción es clave y que NO. LUCE. UNA. MIERDA.

En serio, gente. Fuera de las escenas inicial y final, tan recargadas de CGI que parecen descartes del trailer de "World War Z", el film es una sucesión de primeros planos o planos medios (o la especialidad Hooper: el plano desplazado al lateral, ejemplo y ejemplo) que le dan un sangrante empaque de telefilm, pasándose los decorados y los extras por el forro. Y aunque "Los Miserables" es más un melodrama cantado que un musical, hay un par de números que Hooper descuartiza; en particular, el destrozo que perpetra en "Master of the house", un número musical esencialmente cómico al que le da una atmósfera terrygilliamiana a golpe de plano inclinado, cámara en mano y estética feísta, y en el que la coreografía es imposible de seguir. Comparado con esto, las escenas de acción de Nolan son puro Cameron.

Suerte de casting que le salva a Hooper el culo. Lo de Anne Hathaway es obvio: ella se deja la piel y su papel es muy lucido, tal que yo diría que al acabar el "I dreamed a dream" pone las manos en forma de cuenco para que le den el Oscar ahí mismo. Russell Crowe sustituye su inferioridad vocal (y un personaje unidimensional) con su presencia y carisma; los actores menos conocidos, en particular Samantha Banks, cumplen con solvencia; e incluso Amanda Seyfried, por una vez, no parece una actriz porno que se acaba de pasar al cine comercial, y aguanta el tipo entre tanta estrella. Destaca por encima de todos Hugh Jackman, quien carga en sus lobeznos hombros el peso del film sin el más mínimo tambaleo, con la madurez y el saber estar de un tipo que ya ha demostrado que sabe jugar en todas las posiciones. Un trabajo extraordinario que mantiene, más mal que bien, en pie la película, pero no el atroz estropicio de manostijeras Hooper, que me hace reflexionar sobre nuevas formas de tortura.

miércoles, febrero 06, 2013

Ganar es de horteras


No sé si es de horteras, pero está muy sobrevalorado. No hay nada tan poético ni que haya alimentado tanto el bagaje artístico de la humanidad como la mística de los perdedores. Y eso es algo que Guillermo Ortiz, escritor, filósofo, seguidor de Estudiantes y sobrino de Pancho Varona (y por lo cual ha tenido como visitante, durante su tierna infancia, al Zaratustra de la mística de los perdedores: Joaquín Sabina) sabe muy bien. Y lo pasea con orgullo en este pequeño libro llamado, precisamente, "Ganar es de horteras", que a los que vivimos el boom del baloncesto en Españistán nos provoca un pequeño escalofrío de nostalgia (esa maldita bastarda). "Ganar es de horteras" es una historia subjetiva del baloncesto ACB desde el punto de vista del Estudiantes, desde Vicente Gil a Germán Gabriel, desde David Russell a Tarik Kirksay, desde Paco Garrido a Txus Vidorreta. Estudiantes fue, quizás, el club más representativo del auge y caída del baloncesto español, el más peculiar, el más puro, la mascota de la ACB, incluso en sus años más prolíferos, en los que fue alternativa real en ligas y copas. Yo me subí al carromato del boom en la misma época que casi todos, después de la plata de los J.J.O.O. del 84, y, aunque no soy Demente, devoré página tras página, nombre histórico tras nombre histórico, de este relato de un amor apasionado que acaba transformándose, casi, en un matrimonio de conveniencia. Y no me refiero al del autor del libro con Estudiantes, aunque se percibe el hastío por el desconcierto y la falta de identidad del club en los últimos años. Me refiero a toda esa generación del boom que nos enamoramos obsesivamente (como buenos adolescentes) del baloncesto, y que hoy nos mantenemos a su lado por puro sentimiento de fidelidad, con la secreta y leve esperanza de que algún día ambos, el baloncesto y nosotros, volvamos a ser jóvenes. Si formas parte de este grupo de dementes, aunque no seas Demente, échale un vistazo al libro.

viernes, febrero 01, 2013

Los hombres de papel



Eso de ahí arriba es "Paperman", el corto animado de Disney Animation Studios que precedía en los cines a "Rompe Ralph", su último proyecto hasta ahora. Official version ©, nada de pirateo, no vaya a levantarse Walt de su tumba. Muy alejado del estilo apabullante de Pixar, esta obra es un pequeña joya en blanco y negro, ambientada en los 40, con un sesgo pelín realista (para lo que se nos suele ofrecer en este mercado) que se atreve a romper sus propias reglas en el tercio final sin que se oiga el más mínimo chirrido.

En todo caso, el úinco que se escucha es el de la plebe que se ha apresurado a recordar otro corto, este de imagen real, que apareció hace unos años con motivo de una campaña publicitaria de una bebida refrescante con muchas consonantes en su nombre. El corto se llama "Signs", y luce tal que así:



¿Plagio? ¿Homenaje? ¿Conspiranoia? ¿Admiración? ¿Coincidencia? ¿Huevazos? NFI (No Fuckin' Idea). Lo que sí puedo afirmar es que hay un común denominador entre los dos cortos: el alma que desprenden.



Sí, y el papel. Y que son un hombre y una mujer que se conocen. Y que se ven a través de dos edificios colindQUE SÍ, QUE SOIS MUY LISTOS TODOS.