sábado, febrero 09, 2013

Críticas "versión para móvil": Los Miserables


Después de acabar de ver "Los miserables" gracias a mi fuerza de voluntad cinéfila, que me lleva a oscuros lugares que nunca debería haber pisado (yo vi "Batman & Robin" EN EL CINE. No lloréis), en lo primero que pensé fue en iniciar trámites para la obtención de una orden de alejamiento de una cámara de cine contra Tom Hooper. Menudo mostrenco. "Los Miserables" me parece una de las mayores muestras de incompetencia fílimica observadas en los últimos años, teniendo en cuenta el material (en esencia, un casting prácticamente redondo) y el presupuesto (más de 60 millonazos de $) que ha disfrutado. Me sorprende la generosa tibieza crítica con que ha sido recibida, y me hace pensar en el viejo cascarrabias en el que posiblemente me he vuelto. Nunca he sido un  fan de los musicales, lo cual creo que, paradójicamente, me ofrece una ventaja a la hora de analizar este film: apenas conozco el libreto original, y puedo atenerme a los hechos cinematográficos por encima del aspecto meramente musical. Sé que suena a herejía, pero ese es el corazón de este blog: una herejía. Al buen gusto, esencialmente.

Me he prometido no extenderme en mis disquisiciones críticas tal como hacía en La Linterna, para retrasar lo máximo posible el hastío del posteo, así que marcbranches-espabila. Para que no digan, empezaré señalando una de las pocas decisiones acertadas de este proyecto: que los actores canten en directo. Aparte de multiplicar la sensación de verismo, me parece que es una muestra de respeto al género del musical en directo, en el teatro, desde una industria, la cinematográfica, a veces tan displicente con sus primas hermanas. Casi todo lo demás en "Los Miserables" que no pertenezca al original o al buen hacer de sus intérpretes es un despropósito. Por decirlo en formato télex: es una película de 60 millones de dólares en la que el diseño de producción es clave y que NO. LUCE. UNA. MIERDA.

En serio, gente. Fuera de las escenas inicial y final, tan recargadas de CGI que parecen descartes del trailer de "World War Z", el film es una sucesión de primeros planos o planos medios (o la especialidad Hooper: el plano desplazado al lateral, ejemplo y ejemplo) que le dan un sangrante empaque de telefilm, pasándose los decorados y los extras por el forro. Y aunque "Los Miserables" es más un melodrama cantado que un musical, hay un par de números que Hooper descuartiza; en particular, el destrozo que perpetra en "Master of the house", un número musical esencialmente cómico al que le da una atmósfera terrygilliamiana a golpe de plano inclinado, cámara en mano y estética feísta, y en el que la coreografía es imposible de seguir. Comparado con esto, las escenas de acción de Nolan son puro Cameron.

Suerte de casting que le salva a Hooper el culo. Lo de Anne Hathaway es obvio: ella se deja la piel y su papel es muy lucido, tal que yo diría que al acabar el "I dreamed a dream" pone las manos en forma de cuenco para que le den el Oscar ahí mismo. Russell Crowe sustituye su inferioridad vocal (y un personaje unidimensional) con su presencia y carisma; los actores menos conocidos, en particular Samantha Banks, cumplen con solvencia; e incluso Amanda Seyfried, por una vez, no parece una actriz porno que se acaba de pasar al cine comercial, y aguanta el tipo entre tanta estrella. Destaca por encima de todos Hugh Jackman, quien carga en sus lobeznos hombros el peso del film sin el más mínimo tambaleo, con la madurez y el saber estar de un tipo que ya ha demostrado que sabe jugar en todas las posiciones. Un trabajo extraordinario que mantiene, más mal que bien, en pie la película, pero no el atroz estropicio de manostijeras Hooper, que me hace reflexionar sobre nuevas formas de tortura.

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