domingo, mayo 12, 2013

Hannibal, o el cazador cazado





"Hannibal" era, desde su mismo anuncio, un proyecto que daba mucho miedo. Y no precisamente por su temática. No parecía que hubiese mucho más que contar de un personaje mítico que ya había sido demasiado exprimido tanto en cine como en manos de su creador Thomas Harris: el "Dragón rojo" del funcionario Brett Ratner se olvidaba a los diez minutos de haberla visto; "Hannibal, el origen del mal", la película, traslada a la perfección la anodina mediocridad del original literario. ¿Una precuela serializada situada cronológicamente antes de "Dragón rojo"? Las bocinas y las señales luminosas con DANGER iluminando Hollywood las podía percibir cualquier conocedor del personaje (esencialmente, TODO EL PUTO MUNDO). Además se iba a emitir en una cadena generalista, que habitualmente lleva escrito el "para todos los públicos" en cada esquina de la pantalla. La esperanza se limitaba al currículum de su showrunner, Bryan Fuller (creador de la serie de cultísimo "Pushing daisies"), y a la elección del magnífico Mads Mikkelsen para el papel del culinario doctor. Y sin embargo, el trailer malroller nos hizo pensar que sí, que quizás había ahí algo.

Siete episodios después, está claro que lo hay. Por desgracia, todo lo bueno que tiene la serie es lo que la está estampando contra los índices de audiencia americanos, a unos niveles que suelen conllevar guillotina. La frase que más se escucha entre las críticas, buenas o malas, que recibe la serie, es "debería emitirse en un canal de cable". Ya sabéis como somos los gafapastas seriéfilos: desdeñamos todo lo que se emita por canales generalistas, excepto si es la BBC, off course. Pero la sentencia no deja de ser cierta. "Hannibal" es una serie muy difícil de digerir (nunca mejor dicho) para el público norteamericano medio, ese que se sienta por la noche a ver la tele en un sofá desvencijado de Iowa con una cerveza y un cubo de Kentucky Fried Chicken. Y no sólo por la crudeza expositiva de los sanguinarios crímenes que se ven -que también-, sino por la naturaleza misma de la serie: la rodea una atmósfera malsana, casi irreal, pesadillesca; unos diálogos densos, pantanosos, que no te permiten apartar la atención a riesgo de desconectar de la trama; unos personajes rasposos, poco empáticos, no demasiado dispuestos a que te identifiques con ellos. El universo de "Hannibal", apuntillado por una banda sonora que suena como arañazos en una pizarra, se balancea entre el gris y el negro, sometido impenitentemente a las leyes de la fatalidad; como si el diablo hubiera ganado la batalla definitiva y los agentes del bien se resignasen a intentar hacer del infierno un lugar habitable. Desde aquí destaca el perfil del protagonista, que no es Hannibal Lecter (un acierto: Lecter funciona mejor desde un cierto segundo plano) sino el agente especial Will Graham, del que sabemos que será el que finalmente cace a nuestro gourmet favorito, y que aquí toma los rasgos de un desequilibrado, angustiado, arisco y enfermizo Hugh Dancy.

FROM HERE, SPOILERS HASTA EL 1X07

El sexto episodio parece haber dado la salida al armamento pesado de la serie: varias referencias y homenajes más o menos velados al universo de "El silencio de los corderos" (el psiquiátrico de Baltimore, el dr. Chilton, la estudiante del FBI que nos recuerda irremediablemente a Clarice Starling, algún que otro guiño de diálogo) , la exposición del primer crimen de Lecter que vemos en pantalla, y lo que parece el arranque definitivo de la trama transversal principal de esta primera temporada, en la que su condición de serie de canal generalista obliga a seguir una cierta estructura de serie procedimental. Además, en el 1x07 ha aparecido por primera vez un personaje al que cualquier seriéfilo con cara y ojos ha de esperar con libidinosa expectación: la psiquiatra de Hannibal interpretada por la cada vez más MILF Gillian Anderson. No sé si estas armas serán suficientes para remontar la audiencia; quizás sea más realista confiar en que NBC considere a "Hannibal" su "Community" dramática: una serie de calidad minoritaria que eleve el prestigio de la cadena y su repercusión en las redes sociales. Más utópico resulta confiar en que se cumpla el plan original de Fuller: la cuarta temporada correspondería con la época de "Dragón rojo", las quinta y sexta  con "El silencio de los corderos" y la séptima y última con "Hannibal". Aunque si la MGM no lo remedia y cede, sin ninguno de los personajes aparecidos originalmente en "El silencio de los corderos" (sin ir más lejos, Clarisse), de los que no hay manera que cedan los derechos. Si se cumpliera todo este megaplan sería una experiencia orgiástica, y por soñar que no quede. Pero siendo realista, me conformo con que las recetas del doctor Lecter sobrevivan a esta temporada. Bon appetit.

3 comentarios:

alicia dijo...

Me parece mentira que no hayas mencionado lo que ocurrió con el capítulo cuarto que, debido a la coincidencia con el atentado de Bostón, decidieron "canibalizar", aunque no tenía el más mínimo sentido que lo hicieran, pero la doble moral americana es como es. Me encantaría que siguiera la serie, aunque tan sólo fuera por ver a David Bowie haciendo de tío de Hannibal

marcbranches dijo...

Pues no lo he comentado, es verdad. No sé muy bien por qué, puesto que podía ser relevante en cuanto a la cuestión central del post, que es el poco encaje de esta serie en una atmósfera como la de un canal tipo NBC. Imagino que me lo he dejado por irlo escribiendo a trozos (como los cadáveres de Hannibal). Lo de David Bowie no sé si es sólo un rumor o tiene base real, pero... ¿tío de Hannibal? ¿Se supone que tiene familia?

Series Anatomy dijo...

Hoy por fin comienza su segunda temporada. Aquí os dejo mi opinión sobre la primera ;)

http://seriesanatomy.blogspot.com.es/2014/02/hannibal-begins.html

Un saludo!