sábado, febrero 23, 2013

Tarantino vs. expectativas


Recuerdo perfectamente la primera vez que supe de Quentin Tarantino. Había agitación entre la cinefilia, en aquellos primeros noventa en los que el cine independiente americano estaba encontrando una voz propia, por la aparición de una opera prima que, decían, reinventaba el género de gangsters como nadie lo había hecho desde... bueno, en realidad desde "Uno de los nuestros", que era sólo de un par de años antes, pero ya me entendéis. "Reservoir dogs", en el desaparecido cine Capsa de Barcelona. Sí, mucha agitación entre la cinefilia, pero ahí estábamos cuatro gatos (y cuando digo cuatro, quiero decir unodostrescuatro. Y el acomodador) (sí, esta historia es de cuando había acomodadores). Se utiliza con demasiada ligereza la expresión "es como un puñetazo en el estómago" para definir las sensaciones que desprenden algunas películas, pero con "Reservoir dogs" estaba más que justificado. Salía uno del cine exhausto, ojiplático perdido, anonadado... y silencioso, sumergido en uno mismo para tratar de asimilar lo que acababa de ver.

El silencio también protagoniza mi siguiente experiencia con Quentin. Su segunda película, "Pulp fiction", acunada ya por los Weinstein, había explotado ya en Cannes, y la expectación era hasta absurda. Misma sala, esta vez acompañado por un amigo y su olvidada novia a la que no le gustó nada la película pero todavía menos le gustaba yo. Colas eternas, cine lleno hasta la bandera, atmósfera cargada; se respiraba una sensación similar, imagino, a la del calentamiento del séptimo partido de una final NBA: sabes que vas a vivir algo grande y QUIERES QUE EMPIECE YA. El silencio que acuchilló la sala cuando las luces se apagaron para dar paso al filme sólo se puede definir como silencio cinéfilo. Salimos de la proyección entusiasmados (no, ella no: ella nos miraba con cara de pasmo cada vez que recordábamos, deshuevados, el chiste del ketchup); personalmente, estaba convencido de que Quentin era Dios, y sólo llevaba dos películas. Su relativo batacazo en los Oscars ante "Forrest Gump" ("FORREST GUMP". Ping-pong, teniente Dan, etc. La prueba definitiva de que no existe Dios) no hacía sino reafirmarme en mis convicciones. Cuanto más le rechazara Hollywood, más le adoraría yo.

Tranquilos, que no voy a seguir con el remembering-cuéntame con el resto de su filmografía, ese no es el plan. Trato de contextualizar lo que viene a continuación; y como soy un zote literato, tengo que escribir "trato de contextualizar lo que viene a continuación" para hacerme entender. Cosa que ya os digo que Enric González no necesitaría, pero a lo que vamos. La tercera película de Quentin fue "Jackie Brown", que a casi todo el mundo le pareció una obra menor, pero que a mí, enfrascado en mi idolatría, me parecía que ese giro estilístico y de tratamiento de personajes, maduro, pausado, era un paso adelante definitivo hacia la grandeza. Grandeza nivel scorsesiano, coppoliano, hitchcockiano. Uséase, GRANDEZA. Años después, Quentin, a quien le gustaba hacerse de rogar, reaparecía con "Kill Bill" 1 y 2. Bien, homenaje al wuxia, el cine de artes marciales y de guerra orientales, Sonny Chiba, referencias only-for-freaks... No era exactamente lo que esperaba, pero las disfruté muchísimo. Las interpretaba como el descanso del guerrero, un divertimento descomunal, un enorme juguete con el que retozar en espera de su próximo largometraje DE VERDAD.

Su siguiente proyecto empezaba a oler a chamusquina: otro divertimento, esta vez el proyecto "Grindhouse" con Robert Rodriguez. La parte de Tarantino, "Death proof", me resultó descorazonadora. Esta vez el homenaje era al blacksplotation y las películas de persecuciones de coches de los setenta, pero el problema no era ese, sino que los acostumbrados efectismos Tarantino, habitualmente un EPIC WIN detrás de otro, ya no funcionaban de la misma manera. Esas conversaciones sobre cualquier aspecto recóndito de la cultura popular, esas escenas de inadvertida tensión in crescendo, esas actitudes cool... Por primera vez sonaban a impostura. No, impostura no. Desgana. El ceño marcbranchesiano comenzaba a fruncirse.

Este Tarantino 2.0 se confirma con sus siguientes dos películas, que para mí forman una unidad en la práctica, porque son de estructura y ambición muy similares. Ambas revisan dos géneros, el bélico y el western, desde dos obras semidesconocidas que sirven más como punto de referencia que como base argumental u origen de remake: "Aquel maldito tren blindado" para "Malditos bastardos", "Django" para "Django desencadenado". Sin entrar en detalles (porque este es ya el quinto párrafo, y no parece que estemos llegando a ningún sitio), son películas condenadamente entretenidas, filmadas con el sentido cinematográfico que sólo Quentin y un par más pueden aportar, con grandes actores excelentemente exprimidos (lo de Jamie Foxx no lo puede arreglar nadie), escenas memorables (el prólogo de "Malditos bastardos"), escenas descacharrantes (el Ku-Klux-Klan, by Tarantino, en "Django")...


fotico para que respiréis la lectura. Que ahora viene la hostia

... pero también, y aquí es donde  finalmente (¡¡¡HOSSANNA!!! ¡¡¡HOSSANNA!! bramaron las hordas de lectores) (bueno, los dos lectores) (mi madre y yo) quería llegar, dos películas sin sentido de la mesura, demasiado extensas (en especial el más reciente: la baja de Sally Menke, Q.E.P.D., se nota muchísimo), y en el fondo tan vacuas e intrascendentes como las motivaciones de sus protagonistas. Desde "Kill Bill", la mayoría de los personajes de Tarantino se mueven con una sola polea: la venganza. Cada vez nos muestran menos pliegues, menos aristas, son menos complejos. Les hacen una putada y se vengan: punto. Ni comparación con los personajes otoñales de "Jackie Brown", ni los de "Pulp fiction" o "Reservoir dogs", que eran muy molones y masculinos pero tenían una historia detrás. Pero así como con Beatrix Kiddo se molesta en hacerla algo más tridimensional, priorizando al final su instinto maternal y, por qué no, el amor que sentía por Bill (¿no es maravillosamente piadosa la manera en que lo mata?), poco a poco Tarantino va dibujando personajes cada vez más infantilizados, unidimensionales. Las aburridísimas niggas-with-an-attitude de "Death proof" no aguantan media charla, y al final sólo las mueve la venganza para patear el culo de Kurt Russell. En "Malditos bastardos", Hans Landa es la hostia, pero sólo le mueve su aparente lealtad a la causa nazi (y cuando la rompe da lugar al giro de guión más estúpido de la carrera tarantiniana); Shoshanna se mueve por exclusivo sentimiento de venganza; y los bastardos, pues ya me diréis. En cuanto a "Django desencadenado", más de lo mismo: Django es pura venganza (again), Calvin Di Caprio Candie es una caricatura muy divertida, y el golpe ganador es el sirviente negro de Calvin interpretado por Sam L. Jackson, todo un hallazgo que podría haber dado mucho juego si la película se lo hubiese tomado en serio. Las motivaciones del doctor Schultz para hacer lo que hace durante la historia, más allá de su empleo de cazarrecompensas, me resultan absolutamente inextricables.

Séptimo párrafo, lo sé, ya chapo. Todo este pastel para venir a decir que en mi desordenada cinefilia Tarantino tenía que ser el siguiente Scorsese, o el siguiente Peckimpah, o el siguiente Walsh, qué sé yo. Trascender el cine. No lo ha hecho. En lugar de eso, nos esta obsequiando con sus versiones customizadas de los diferentes géneros que mamó en el videoclub de las narices: la de artes marciales de Tarantino, la de guerra de Tarantino, la de persecuciones de Tarantino, la del oeste de Tarantino... ¿Cuál será la siguiente? ¿La del espacio de Tarantino? (oh, wait... señores de Disney, JJ Abrams ha firmado ya?). No puede ser, Quentin, tío (marcbranches mirando a cámara, ojo). Filmas como dios. COMO DIOS. Escribes diálogos que suenan a música recitada. Sacas platino de tus actores. Dominas el formato panorámico como nadie. Tienes el buen gusto de no atender a modas, evitas los CGI's de pandereta, respetas a los clásicos. Pero ya te has divertido bastante. Tómatelo en serio de una puñetera vez. Cumple las expectativas que muchos depositamos en ti.


HAZ. CINE. DE. VERDAD.



(Artículo patrocinado por "40 acres & a Mule")

3 comentarios:

Josep dijo...

Tres. Si tuvieras que fiarte de los comentarios, soy el tercer lector.
Como ya eres veterano, sabes que es mentira.

Por cierto, el Capsa se llenaba muy fácilmente, que conste. Y a veces, olía a porro....

Tarantino, amigo Marcbranches, se va desinflando como un globo al que el paso del tiempo ha producido un poro.

Tiene restos de helio, pero asciende y baja continuamente y, lo que es peor, es que ha perdido la costumbre de usar la moviola para quitar paja.

Mala suerte por haber recibido el oscar al mejor guión, porque está claramente descompensado.

Un abrazo.

marcbranches dijo...

No te creas que habrá muchos más lectores... Willkommen! Bienvenue! Welcome! que diría Joel Grey. Bonita metáfora del globo y el helio. ¿Globo deshinchado Tarantino? Más bien al revés, teniendo en cuenta el progresivo henchimiento de sus volúmenes. Yo aún tengo esperanzas. Pero ni los premios ni los taquillajes de sus dos últimas películas (cifras excelentes en ambos casos) me hacen augurar un próximo volantazo. Saludos.

Anónimo dijo...

vaya mierda de artículo.