jueves, junio 27, 2013

Searching for Anna Draper





SI NO HAS VISTO EL 6X13 DE "MAD MEN", DO NOT CROSS



"Mad Men" ha finalizado una sexta temporada de desarrollo irregular y de interés creciente con un capítulo sublime que, como todos sus season finale, obliga al replanteamiento revisionista de sus episodios anteriores. El opening de la temporada invitaba a pensar en la muerte como centro neurálgico argumental, y por tanto se sospechaba el deceso de algún personaje importante (mi favorito era Roger, y más después de verle juguetear con naranjas. Supongo que he visto demasiadas veces "El Padrino"). De alguna manera, así ha sido, pero de una manera simbólica: R.I.P. Don Draper, o por lo menos el Don Draper que conocemos. Dick Whitman, cual Beatrix Kiddo en tumba de madera, se abre paso a través de la tierra quemada bajo la que había sido enterrado y abre una nueva dimensión del personaje de cara a su séptima y última temporada.

Y es una dimensión inesperada. Inesperada porque surge de una concatenación de derrotas impensables en el triunfador Draper, culminadas por el fatality definitivo: su expulsión de la empresa de publicidad (no me hagáis decir cómo se llama), tan barnizada de temporalidad como la de Freddy Rumsen en su momento. Bien pensado, no es cierto lo que estoy diciendo. El punto más bajo en la temporada de Don es la pérdida virtual de su hija Sally después de ser pillado con los pantalones bajados encima de una Sylvia cualquiera. Es esta derrota la que le hace recogerse en posición fetal y plantearse la necesidad de una huida que le ofrece Stan en bandeja.


California. Durante toda la serie, las apariciones de Don en la soleada, pizpireta y relajada California han dejado huella en el publicista y en nuestras retinas. Al final de la 2ª temporada, con aquella familia nómada; al final de la 4ª, en unas vacaciones de las que emerge una boda impensable con Megan; o en mitad de esta misma 6ª, en una fiesta psicodélica en la que Draper está a punto de ahogarse en una piscina después de un mal viaje (hay que ver lo mal que le sientan a Don las drogas, en comparación con su tolerancia al alcohol). Pero, por encima de todo, California es Anna Draper. Don no quiere ir a California con Megan: Don quiere volver a encontrarse con Anna Draper.

Don quiere volver a ser Dick Whitman, maldita sea.

Pero Anna Draper está muerta, y la sustituta oficial ordenada en el glorioso "The suitcase" (4x07), Peggy Olsen, ha dejado su cargo a disposición de la junta: bastante tiene con sus vaivenes al pairo de las decisiones de los demás, como para atender a las necesidades de un hombre por el que, además, se ha sentido traicionada. Así que no hay Anna Draper ni sustituta que encienda el interruptor de Dick Whitman, y este decide resucitar por sí solo, y es en una escena extraordinaria. Mientras Don Draper ejerce de sí mismo en la presentación de la campaña para chocolates Hershey's, apelando a la nostalgia y equilibrando mentiras y verdades de manera que nos lleva invariablemente al carrusel de Kodak en "The wheel" (1x13) (pero de manera menos emotiva, pues ya le conocemos el truco al mago, que es lo peor que les puede pasar a los magos), y toda la mesa del negocio observa satisfecha la brillantez de su mojo, ocurre lo impensable. Don no puede retener a Dick por más tiempo, y este, cual xenomorfo ridleyscottiano, brota inopinadamente de su cuerpo y se aparece a los sorprendidos chocolateros: "soy huérfano, me crié en una casa de putas, mi vida ha sido una farsa, ustedes no deberían confiar en mí para esta campaña, WHY SO SERIOUS?". Vale, no es textual pero ese es el mensaje. Tal es el sentimiento de liberación de Don/Dick/whoever, que acto seguido le ofrece a Ted Chaough la plaza californiana que este le había implorado, también en busca de su Valhalla particular. La resurrección de Dick se completa con el plano que encabeza el artículo, el momento en el que le enseña a sus hijos el edificio semiderruido y andrajoso en el que se crió. La mirada de Sally (gran Kiernan Shipka), entre sorprendida y comprensora, parece decirt algo así como "hola, papá, soy tu hija, encantada de conocerte. Por fin". 




Como decía al principio, ha sido una temporada algo irregular dentro de la grandeza a la que nos malacostumbra "Mad men". No le sienta bien a la serie la aproximación estética a los setenta, desde mi punto de vista quizás inmovilista (todas esas patillas y barbas despiertan mi empatía con Hannibal Lecter), aunque comprendo que es necesario. Quizás de lo que más ha adolecido ha sido de un mayor fulgor de sus habitualmente magníficos secundarios, muchos de los cuales han quedado algo sepultados por los fracasos múltiples de Don. Pete Campbell ha sido la excepción. Matthew Weiner no sólo ha continuado su costumbre de apalearle inmisericordemente, sino que se ha regocijado cual cerdo en charca de barro. Pete (guiado de la mano de un excelso Vincent Kartheiser) ha maldecido, fracasado, planeado, follado, triunfado y tropezado sin solución de continuidad, en su ciega búsqueda de sintetizarse en clon de Don Draper. No lo ha conseguido, pero a cambio ha aprendido un par de cosas: la más importante, "que quería ser libre, pero no de esa manera". Pocos personajes de la historia de la ficción televisiva se han empeñado en resultar repugnantes al espectador, y fracasado en el intento, como Pete Campbell.




Finalmente, unos apuntes a ráfagas, que he quedado para un brunch estilo "Mad men" y ya me han crecido las patillas lo suficiente:

- Las teorías que han sobrevolado internet al respecto de Bob Benson durante las últimas semanas han sido alucinógenas. Dejando eso aparte, el arribista personaje ha ido creciendo en importancia e influencia durante la temporada. Impagable la aparición (y su misma existencia) del ceremonioso Manolo. La historia de Bob, Manolo, Pete, su madre y el barco dan, como he leído por algún sitio, para una novela de Patricia Highsmith. 

- Peggy ha tenido bastante protagonismo, pero no ha sido la excéntrica y arrojada Peggy que conocíamos. La salva su extrema competencia en su trabajo, pero por lo demás se ha dejado arrastrar por los hombres de su alrededor, cayendo incluso en el tópico de affaire-con-mi-casadísimo-jefe, hipnotizada por la cara de bueno de un Ted Chaough que en el fondo no deja de ser un Don Draper abstemio.

- Para nuestra desgracia, secundarios capitales como Joan y Roger, especialmente este último, no han tenido demasiado qué hacer durante esta temporada. Joan tuvo su pequeño momento de gloria en "A tale of two cities" (6x10), donde comprobó que lo que ganó prostituyéndose para conseguir ser socia de la agencia, lo perdió en respeto profesional y personal. Es hasta incómodo verla en las reuniones de socios ejercer de simple secretaria, o, peor, de figurante. 

- Harry Hamlin está vivo. Amazing (casi tanto como sus gafas XXL). Pensé que se lo había tragado la tierra después de "La ley de Los Ángeles". Pero no.

- La figura de Betty Draper se ha transformado y moldeado cual plastilina durante este año. Desde hace unas temporadas se mantiene en un discreto tercer plano, pero siempre se las arregla para brillar, en este caso en el episodio "The better half" (6x09), en el que ejerce por primera vez de "la otra" con Don, y en el que ofrece dogma de fe post-coital: "pobre Megan. No sabe que quererte es la peor manera de llegar a ti". Aún no he conseguido descifrar si lo de "pobre Megan" es compasivo o despectivo. Probablemente las dos cosas: Betty es así de maravillosamente compleja. 

Quizás no ha sido una temporada redonda, pero sí una de las más apasionantes y adictivas de la serie de Matthew Weiner. No puedo esperar a empezar a deglutir la que, en principio, será la última temporada de una serie de la que jo vamos a saber medir su importancia e influencia hasta que eche el cierre. Mientras tanto, bienvenido de nuevo, mr. Whitman. 

1 comentario:

alicia dijo...

Al final nos hemos quedado con las ganas de saber si Don sería el predecesor de Hank Moody. Dentro de nada empezaremos a despedirnos de Dexter, a continuación de Walter White, más adelante de Don... a este paso nos están dejando huérfanos.